Relaciono la cirugía con mi signo zodiacal (Aries), es irónico porque no soy creyente de esas cosas. Sin embargo, cuando el doctor que me habló sobre el proceso de la histerectomía dibujó el útero era como algo similar al signo. Yo tenía de diagnóstico una hernia inguinal y fue un balde de agua que me dijeran que tenían que sacarme la matriz por cáncer de endometrio. Una vez escuché que una mujer sin útero es como un auto sin motor, ya no servía, se volvía totalmente inútil. Y pues cuando empecé a buscar información y ver dibujos sobre el útero, mientras iba asimilando la noticia de lo que se me venía, casualmente vi una publicación sobre los signos y relacioné el parecido. Me dije, yo soy el motor de mi hogar, mis hijos son chicos y no hay mejores manos que las mías para cuidar de ellos, y esto no me va ganar. Y aquí sigo dando la lucha.
Yo con 36 años y la Histerectomía es mi 6° cirugía. Entré a quirófano "sabiendo lo que se me venía". En mis cirugías anteriores la recuperación ha sido rápida pero ésta es la excepción, estoy aprendiendo y admirando más a nuestro cuerpo y sobre este órgano tan fundamental en nosotras, los estragos que sufrimos al no tenerlo y lo valiente que es cada músculo y célula que quedan tratando de acostumbrarse a seguir sin él. Solo queda agradecer por seguir vivas, en mi caso viendo a mis hijos crecer y con la oportunidad de disfrutarlos por más tiempo.
Asocio mi cirugía a la unidad de sangre que me pusieron antes de realizarla, como tenía un alto grado de anemia tuvieron que ponerme dos unidades: una en la noche anterior a la cirugía y la otra durante ésta. Recuerdo ver el nombre de quien había donado esa sangre, era el nombre de una mujer, y ello me pareció de una extraña solidaridad de una mujer desconocida hacia mí.
Las medias de compresión me las debía poner diariamente, mi madre era la que me ayudaba a ponérmelas. Al principio era difícil, mi mamá me tocaba la planta del pie haciéndome cosquillas, sudaba cuando me ponía las medias y nos reíamos al ver el esfuerzo. Me dolía la herida cada vez que me reía con mi mamá, pero es el mejor dolor que he sentido en mi vida.
Pensé que la histerectomía "era mi consecuencia por dejarme sin revisar, por no escuchar mi cuerpo y por no ser más consiente conmigo misma". Al salir de la cirugía bromeé con mi madre para darle fortaleza y le dije "estoy vacía por dentro pero de pie como un árbol". Y siento el vacío aún. Hace 4 meses de mi cirugía.
Me di cuenta que tengo una hermosa familia y me ayudaron en ese momento tan doloroso, en el que no entendía el porqué a mí me había pasado eso. Gracias a ellos no me deprimí y me di cuenta que soy muy fuerte más de lo que pensaba mi familia. Y aquí estamos con más ganas de vivir la vida.
32 años, con enfermedad renal crónica, desde los 23 me dijeron que no podría tener hijos, ya lo había aceptado desde hace años. Al hacerme la histerectomía tuve varias sensaciones: primero, fue sentir todo inflamado, pero a la vez vacío, el sentir los intestinos acomodándose, con bastante incomodidad, pero a la vez siento gratitud de ya no tener miedo a empezar a sangrar porque no se detendría y tendría que internarme para transfusiones. Ya estoy mejor, hago mi vida casi normal, mi esposo siempre me apoya y eso significa mucho para mí.
La operación a la que me sometí fue por decisión propia. Odié infinitamente desde el primer día la menstruación. Me dio dos hijos porque así lo quise, pero mi doctor no estuvo de acuerdo en que yo decidiera operarme. Lo hice porque ya no quería tener sangrados que me robaran días en alberca y playa con mis hijos. Cuando me operaron yo pensé que iba a ser como una más, como mis otras cesareas, pero mi sorpresa fue primero: la biopsia del mioma que me diagnosticaron, en realidad estaba llena de pólipos que el ultrasonido no había detectado. Los 2 primeros meses fueron de recuperación y sin sangrado, fue una bendición. Pero yo, que me dedico a transmitir mis sentimientos y mi historia con el cuerpo, se vieron anulados, ya que tuve un desgarre en los músculos de la cadera, no te puedo decir en cuáles pero la verdad es que sentía que me sacaban las entrañas en cada flexión. Nunca pensé en que esta operación me iba a cambiar la vida.
Hace 3 meses de mi cirugía y aun no me creo lo que pasó en mi cuerpo. Todo fue tan rápido, recuerdo el día que el ginecólogo me dijo que la solución era una histerectomía. Estaba confundida, lloré y en 15 días me hice más estudios, no sabía si el ginecólogo era el indicado para ponerle mi cuerpo en sus manos. Cuando me dijeron que tenía una lección de cáncer de bajo grado seguía sin entender que mi problema era grave. Llegó nuevamente una hemorragia y no se iba, un día antes de la cirugía me desangré muchísimo y medio entendí que algo estaba mal. El día de mi histerectomía, después de la cirugía me sentía vacía, incompleta y lloré varios días. Aun no lo aceptaba, me siento como en una montaña rusa, aveces me siento bien y a veces mal. Esta cirugía me dejó una experiencia muy grande, yo soy muy ahorradora, me gusta administrar mi dinero y siempre tengo planes. Bueno, cuando estuve en cama mi esposo se encargó de mi trabajo y cuando estuve en recuperación no me importaba el dinero, él un día me puso el dinero de las ventas en bolsas y me dijo "si lo quieres contar y te puedes entretener", juro no me importó, el dinero se quedó en la mesa por otros días más, yo solo pensaba en mi recuperación, el dinero no lo es todo en la vida.
Duré muchos años postergando la cirugía por miedo. Hasta que duré 32 días sangrando y cada vez me sentía morir. Me colocaba pañales desechables por el sangrado y empecé a tener una anemia que no me daban ganas de nada y tome la decisión. El día anterior le di gracias a Dios y gracias a mi útero por haberme guardado mis tres hijos y ya era hora de despedirnos. Entré a la sala de cirugía con algo de miedo pero tranquila cuando vi el equipo de profesionales que me recibían y me daban la seguridad que todo iba a salir bien. Entré a las 3:00 pm y a la 1:00 am de la mañana me volví a despertar de la anestesia. A mí me la anestesia me da muy duro, al regresar le di gracias a Dios y me mandaron para la casa, empecé a caminar y todo me salió muy bien. Ya hoy son 41 días, si me preguntas como me siento, te digo que fue lo mejor que me ha podido pasar. Bajé más de 20 kilos de peso, me siento muy bien y no me duele nada, rejuvenecida. Tuve momentos muy duros, donde no tuve quien me ayudara a nada, ni mis hijos, ni familia pero esto me ayuda a ser más fuerte. Ya ando en moto, que es mi medio de trasporte, a los 15 días ya estaba cocinando porque nadie me pasaba un plato de comida y fue ahí donde más me pegué a Dios. Declaró todos los días que cada día me siento mejor y voy a estar muy bien y ha sido la mejor experiencia de mi vida.
Pasé muchos años posponiendo la cirugía. Era un pendiente que sabía que tenía que hacer pero no quería hacerlo. Me daba miedo la cirugía, el dolor, me dan miedo los cambios cuando no son electivos. El día de la cirugía, cuando me estaban preparando, sentí gran ansiedad, imaginé el dolor posquirúrgico. Afortunadamente me pusieron una bomba de infusión con analgésico durante las primeras 24 horas, pero terminando el medicamento pasé el peor día de mi vida. El dolor más grande que he sentido, ni siquiera puedo recordar bien el dolor que sentí, un dolor sordo, que no me dejaba ni respirar, ni pensar. He de decir puras cosas buenas de mi recuperación. Pasado el segundo día de la cirugía todo fue a mejor. Intenté cuidarme mucho, reposar, practiqué la tolerancia. Desde ese tiempo he sentido que la cirugía literalmente y metafóricamente me quitó un peso de encima. Era algo que me hacía daño mentalmente, algo que cargaba como un parásito... Agradezco a mi útero la hija que me dio. Pero le dije adiós y me pude sentir liberada, a veces lo extraño pero es más la felicidad que me causa haberme atrevido a la histerectomía. Me empoderó, ahora estoy haciendo cosas que siempre quise pero que mi miedo no me dejaba. Ahora me siento más fuerte y soy más feliz.
A mí lo que me daba mayor temor era la operación y no despertar. El miedo a la muerte era mi mayor preocupación, a pesar de que es una operación tan común, así como lo es sacarse una muela. Mi miedo era generado por el fallecimiento de mi esposo, que murió 5 meses antes de mi cirugía, él no sabía que me iban a operar, por lo que yo bromeaba que él reclamo mi útero para llevárselo con él porque le pertenecía. Sí le pertenecía a él pues sembró en mi dos hermosos hijos, eso valía más que el tener mi útero. Igualmente ya yo a mis 43 años no pensaba más en tener hijos, pasó la cirugía y desperté, mi recuperación fue muy buena y rápida, siento que fue por mi ángel personal, que le recordé que si se llevaba mi útero me tenía que ayudar a recuperarme, y sí, así fue. No tengo queja alguna, los primeros días fueron duros pero ya pasó, el miedo a la muerte sigue pero no tan fuerte como esa vez, de eso me di cuenta cuando 3 meses después me reventó el apéndice, ahí no fui con miedo, mi ángel me acompañó lo sé. Aquí sigo, aquí estoy, reencontrándome con un nuevo cuerpo, amando cada instante de mi vida, esperando que mi cuerpo quede ya completamente sano. Mi útero se fue junto con el amor de una vida, ahora vivo en libertad y sin dolor, en el descubrimiento de una nueva oportunidad sin miedo.
Tengo 47 años, me quitaron mi matriz y también los ovarios, yo estoy contenta con mi cirugía, a pesar que comentaron que sufriría muchos cambios, los cuales, después de 2 meses, no se han presentado. No tengo miedo a lo que venga, después de perder a mi madre y a mi hermana por el cáncer, ahora me siento tranquila de saber que por lo menos ese tipo de cáncer ya no me va a dar. Desde mi primer menstruación fueron periodos muy abundantes y dolorosos y así fue toda mi vida reproductiva, al grado de haber días en los que no podía salir de mi casa por el sangrado tan abundante. Después de tener a mis hijos yo le decía a mi esposo que ojalá y me quitaran la matriz, que para que la quería, que ya no la necesitaba. Yo sentía que tenía una bomba de tiempo adentro y siempre con el temor al cáncer. Me detectaron miomas y quistes y me dijeron que me la iban a quitar, sentí alivio y claro también temor por la cirugía. Ya en la cirugía decidieron quitar también los ovarios pues estaban muy mal y como la ginecóloga es mi prima, y hemos visto morir a muchísimos de nuestros parientes por cáncer, decidió no arriesgarse y mejor sacarlos. Así que en resumen no extraño estas partes de mi cuerpo, al contrario, agradezco a Dios que ya no estén, se que le hacen falta a mi cuerpo, pero creo que nada de las consecuencias que vengan se comparan al dolor físico y emocional que tenía, y como me dijo mi ginecóloga: bienvenida a la vida.
Me la quitaron (la matriz) en el 2016, al mismo tiempo estaba graduándome del posgrado, tenía 24 años. Recuerdo perfectamente cómo caí en un pensamiento tan tonto como el que quizás jamás sabría que es ser una mujer de verdad al no poder ser madre. Lloré por varías noches, terminé una relación de 10 años porque en nuestros sueños estaba el ser padres y decidí ser “valiente” y darle la oportunidad a él de serlo. Los cambios en mi cuerpo superaban todo, me atrajeron la menopausia, bochornos, nunca antes sentidos, cambios de humor que, los que me acompañaban tuvieron que vivirlos sí o sí. El proceso a mi edad fue difícil, dejé de cuidarme por un año aproximadamente, cuando retomé mi cuidado supe los riesgos que contraía el no estar tomando calcio u hormonas, las hormonas que permitían sentirme un poco más “mujer”, que me dan energía e incluso, me mencionaba el ginecólogo, un aumento de apetito sexual, pero eso sí, vienen acompañadas de aumento de peso. A mis 31 años puedo decir que tener una histerectomía a tus 24 es alarmante, fue una decisión que cambió mi vida por completo. Platico esto desde el fondo de mi corazón, ya pasaron varios años, ahora soy más fuerte y me siento completa.